
Tomé una hoja blanca y comencé:
"Querida..."
Querida ¿qué? Después de todo lo que me había hecho, no merecía tal honor, así que saqué otra hoja en blanco y reinicié:
"Querida no merecedora de tal título, por lo que me has hecho..."
Muy ambiguo. Muy largo. Muy estúpido.
Apliqué el "casi", así se decía pero de forma no tan directa. Puse "casi amada mía..."
Listo. Ya estaba. Resta entregar solamente. Lo sellé con mi ADN líquido y se la dí y...
¿y?
¡y!
y no me respondía!
Mi materia gris empezó a procesar la información a mil. Y los interrogantes que aparecieron fueron: ¿Habrá un mensaje entre líneas? ¿No me entenderá la letra?(Seguro!) ¿Se habrá ofendido por la expresión "tú eres pluscuamperfecta"?
Me empecé a preocupar.
Y de la nada, en un horizonte de zaguán, apareció ella, tan bella, muy bella, indescriptiblemente bella. Y depositó un liliputiense papel que decía "Lo sé todo". Leí el reverso y éste decía: "casi nada, totalmente amado mío".
Ese día conocí a mi esposa.
1 comentario:
¡Qué bonito!
A veces con una palabra, casi desapercibida, decimos miles de cosas que nos pasan por dentro.
Gracias!
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